viernes, 1 de abril de 2011

The Final Frontier


“The Final Frontier” es el décimo quinto álbum de la banda y es una vuelta (o al menos media vuelta) a lo que Maiden hace tan bien: canciones rápidas, agresivas y con una actitud de “no tomes prisioneros”. Es sólo media vuelta porque la segunda mitad del disco es una muestra del nuevo Maiden: canciones largas, introspectivas, más progresivas que metaleras y sin ángel (o más bien sin bestia). Este disco también es una continuación de lo que los ingleses han venido haciendo desde la última década: álbumes temáticos aunque sin ser conceptuales. (El tema actual es el viaje espacial o interestelar).

El álbum fue grabado en los estudios “Compass Point” en la capital de las Bahamas, Nassau; estudios donde se grabaron grandes clásicos de la banda británica como “Piece of Mind” y “Powerslave”. Esto parecía indicar que Harris y los muchachos querían dejar en claro que volvían por sus fueros y que tenían grandes esperanzas para “The Final…” Tristemente, el álbum es bueno pero no brillante y la razón siendo que el disco tiene una crisis de identidad; el álbum nunca deja en claro lo que pretende comunicar de una banda tan legendaria como Iron Maiden.

La nueva entrega inicia con una intro llamada “Satellite 15…” que de manera muy convincente deja en claro que los muchachos de Eddie han evolucionado musicalmente; “Satellite 15…” nos recuerda a las introducciones de canciones de bandas de metal progresivo como Dream Theater, pero Maiden le imbuye su muy particular estilo lo que la hace muy original y que no parezca una copia de piezas de otras bandas de aquél estilo. De cualquier manera, esta introducción nos comunica lo que Maiden es ya actualmente: una banda adulta de metal progresivo. “Satellite…” sirve de preámbulo para “The Final Frontier” que es toda una declaración de principios de Harris y compañía; “The Final…” regresa a Maiden a las canciones que te golpean directamente en la cara, es Maiden de los 80’, es lo que sus fans piden, es un estribillo que hace que Iron Maiden y Eddie ofendan a los débiles de oídos. Aún así “The Final…” es un recordatorio de que incluso estas piezas clásicas de Maiden han cambiado. Al escucharla se pueden sentir las guitarras acústicas tratando de fortalecer la agresividad de las guitarras eléctricas (algo que nunca hubieran pensado hacer en el pasado para piezas de este tipo) y también lamentablemente, se puede escuchar que los roqueros están disminuyendo el ritmo de sus canciones (algo natural teniendo en cuenta la edad de los músicos).

“El Dorado” es la tercera composición y ha sido tachada de ser una copia de “Two Minutes To Midnight” del clásico “Powerslave”; no hay duda de que tiene ciertas similitudes con la pieza de 1984 pero sorpresivamente tiene su propia identidad, es sólida y tiene un estribillo muy recordable. Nicko y Harris crean una base rítmica tan firme que hace que los demás músicos suenen tan bien que uno termina pensando lo que pasaría si la banda inglesa no tuviera esta base tan consistente. Cabe mencionar que “El Dorado” fue la primera canción que la banda dejó escuchar a sus fans antes de sacar a la venta “The Final Frontier”.

“Mother Of Mercy” es muy probablemente la mejor pieza del disco (y que inexplicable y tontamente la banda no la tocó en el pasado concierto en la Ciudad de México). “Mother…” habla de la guerra (lo que podría hacernos pensar que fuera compuesta para “A Matter Of Life And Death”) y nos deja escuchar la impresionante voz de Bruce Dickinson en el coro “Mother of mercy, angel of pain!” Excelente composición del fino guitarrista Adrian Smith y del entero bajista Steve Harris. Bruce demuestra aquí por qué es uno de los vocalistas más influyentes en la historia del rock.
Y por si no fuera poco, el álbum continúa con la épica “Coming Home” que muchos catalogaron como una de las mejores baladas de Maiden (y honestamente lo que menos tiene es ser una balada) pero que simplemente es una portentosa pieza épica con un estribillo asombrosamente emotivo (“Coming home, far away”) y que sirve de recordatorio de lo que pueden hacer Smith, Harris y Dickinson cuando componen juntos (recordemos lo que hicieron con todo el álbum “Seventh Son Of A Seventh Son”). Perfecta pieza sin lugar a dudas…

Y entonces llega la segunda mitad del disco, ¡demonios!, justamente cuando iba tan bien...
Terriblemente, la segunda mitad del disco no está a la altura de la primera parte. “The Alchemist” es la clásica rápida canción de Maiden que no transmite mucho y que sólo sirve para el “headbangin’”; recuerda a “The Mercenary” de “Brave New World” y como ésta, “The Alchemist” aburre después de los primeros dos minutos…perfectamente olvidable. “Isle of Avalon” le da inicio al nuevo Maiden, la primera pieza larga, progresiva y profunda del disco. Aunque tiene sus momentos, “Isle…” es imposible de recordar después de haberla terminado de escuchar. La pieza tiene una preciosa parte instrumental que nos hace querer que esta pieza fuera mejor una improvisación que una canción perfectamente esquematizada, pero dicha parte dura a lo mucho minuto y medio; no suficiente para hacernos olvidar los otros minutos de confusión. En su afán por hacer canciones trascendentales, los británicos han logrado precisamente lo opuesto: piezas completa y totalmente intrascendentales, olvidables y aburridas. “Starblind” tiene un excelente coro (“Starblind with sun, the stars are one”) y Dickinson una vez más se luce con ella…pero es increíble y exageradamente confusa. Es así que “Star…” no llega a ninguna parte y está llena de detalles que la hacen pesada, densa y aburrida.

“The Talisman” fue tocada en el concierto en la Ciudad de México y es difícil entender por qué los británicos lo hicieron, ¿por qué no tocar mejor “Mother of Mercy”? Esta pieza será seguramente olvidada y desechada de sus conciertos en la próxima gira. “…Talisman” es también una canción extensa, densa y sin ningún efecto en el escucha. “The Man Who Would Be King” es otro recordatorio de que el nuevo Maiden está aquí para quedarse; es una pieza de metal progresivo pero que (duela a quien le duela) no está a la altura de piezas de ese estilo como “Voices” de Dream Theater o “Eyes Of A Stranger” de Queensrÿche (o incluso de piezas de hard/rock progresivo como “La Villa Strangiato” de la banda canadiense Rush). Es absolutamente prescindible del catálogo esencial de Iron Maiden.

Finalmente, “When The Wild Wind Blows” es una composición totalmente de Steve Harris; su ritmo es hipnotizador y atrayente y hasta cierto punto es la mejor canción larga del disco. Nuestro colaborador Jack definió el ritmo como “céltico” y “a la Gary Moore”, lo cual es muy cierto y tal vez estas cualidades logran que la canción tenga cierto encanto que hace que sea gozable. Ya que Harris escribió esta canción (y ha escrito otras piezas largas como “Fear Of The Dark” y “Seventh Son Of A Seventh Son”) uno se pregunta si no sería preferible el encomendarle las piezas épicas, largas y progresivas solamente a él…

Buen disco, sólido, pero que se cae estrepitosamente en su segunda mitad por la auto indulgencia de los miembros de la banda inglesa. Esperemos que en la próxima entrega, los muchachos ya hayan dominado el arte del metal progresivo (o recuerden algo de su inspiración para el “Seventh Son Of A Seventh Son”) y nos otorguen un clásico del susodicho estilo.

Aunque “The Final Frontier” podría ser verdaderamente la frontera final…
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CALIFICACIÓN: 4) YEAH!!!

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