martes, 17 de mayo de 2011

Power Metal


Espadas, caballeros, castillos, dragones, batallas épicas, mundos de fantasía, universos "Made in Tolkien", textos Lovecraftianos, música pomposa, grandilocuente ("neoclásica" -Bach, Paganini, Wagner- por llamarla de alguna manera), arreglos propios de bandas sonoras...todo ello confluye para dar forma al llamado Power Metal como uno de los estilos más seguidos dentro del metal; pero ¿cuál es el origen de esta vertiente?

Se dice en el mundo del metal que tenemos que remontarnos hasta 1976, con el tema "Stargazer" del álbum "Rising" de Rainbow, el grupo que formó Ritchie Blackmore tras su salida de Deep Purple. Y es que en ese tema vienen algunos de los signos identificables del futuro power metal: música grandilocuente, barroca, épica, con aires árabes y las letras llenas de imaginación y fantasía épica de Ronnie James Dio (q.e.p.d.). Otras referencias e influencias para el power provienen de Iron Maiden, Judas Priest, Accept, música definitivamente no apta para las emisoras de radio comerciales, pero envolvente, subyugante y que fue de alguna manera la chispa, la semilla en la cual se inspiraron la gran mayoría de bandas dentro de la escena power. Ahora bien, se puede afirmar sin temor a equivocarnos que la primera banda de power metal como tal fueron cuatro calabaceros germanos provenientes de Hamburgo; obvio, me refiero a Helloween, quienes luego de su E.P. “Helloween” y su álbum “Walls Of Jericho”, le dieron sello de identidad al género con sus hoy clásicos “Keeper Of The Seven Keys” partes I y II. Parte fundamental de su éxito fue el reclutamiento del joven vocalista Michael Kiske, quien sentó cátedra dentro de la escena europea.

Helloween sufrió los cambios de elementos dentro de sus filas y de la salida del guitarrista Kai Hansen, surge la otra gran banda del estilo: Gamma Ray. Hansen, aunque tomando elementos propios de su ex-banda como es lógico, a la fecha prosigue irredento dando lecciones de su metal vertiginoso (tan sólo escuchen los álbumes de Gamma Ray “Heading For Tomorrow” o “Land Of The Free”, o su himno “Rebellion In Dreamland”).

Así como existe la Santísima Trinidad del rock pesado (Led Zeppelin, Black Sabbath y Deep Purple), existe la Cofradía Power formada por los grupos más seguidos y venerados del género: Helloween, Gamma Ray -ya mencionados-,los finlandeses Stratovarius y los suecos Hammerfall. En cuanto a las últimas dos bandas, conocieron momentos de absoluta gloria durante el período 1998-2003 que fue el auge del estilo, editando álbumes como “Visions”, “Destiny” e “Infinite” en el caso de Stratovarius, (cuyo ex-líder Timo Tolkki reconoce la inspiración e influencia neoclásica de Ritchie Blackmore) y en el caso de los suecos Hammerfall, sus álbumes “Legacy Of Kings”, ”Renegade” y “Crimson Thunder” (son obras de absoluta referencia dentro del género, sus temas son contagiosos y con estribillos hímnicos -“Stone Cold”, “Hearts On Fire”, “Renegade”- ideales para corear en los conciertos).

No podemos dejar de mencionar otras bandas que surgieron a la sombra de las anteriormente mencionadas: Blind Guardian, provenientes de Alemania, los italianos Rhapsody of Fire (son tan aburridos que duermen hasta a las vacas), Labyrinth, Vision Divine, los teutones Edguy (que al principio eran una vil fotocopia de Helloween y posteriormente adquirieron su propio sonido más hard rock), los finlandeses Sonata Artica, desde tierras helénicas Firewind (su guitarrista Gus G. actualmente toca con Ozzy), los británicos y aburridísimos Dragonforce, los españoles (malísimos) Dark Moor, Tierra Santa, Avalanch, los brasileños Angra y Shaman, y una agobiante marea de bandas que lo único que hicieron fue darle el tiro de gracia al estilo, que poco a poco fue decayendo.

Varios factores influyeron en la caída del power: por un lado, como ya mencionado anteriormente, una agobiante saturación de bandas de dudosa categoría que se convirtieron en el refrito del refrito del refrito, limitándose a copiar todos los clichés del género; bandas que eran clones sin pelotas, sin personalidad, con textos asquerosamente pueriles que parecen escritos por un niño de ocho años, mega infantiloides. Y por otro lado el estilo cayó por su excesivo barroquismo en detrimento del rock. Estos factores fueron mermando la paciencia (y la preferencia) de las audiencias que simple y sencillamente le dieron la espalda al género. Como es lógico, los fuertes sobreviven y a la fecha los cuatro grandes del estilo siguen en la cresta de la ola, los demás están como mero testimonio de un movimiento que como género vive sus horas más bajas.

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